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Mar del Sud

“La historia de Mar del Sur es muy amplia y abarca muchas disciplinas. Tal vez podamos decir que su tamaño es proporcionalmente inverso a la cantidad de historias que posee. Sus costas y campos nos hablan de científicos que, a finales del siglo XIX, recorrieron su inmensidad para rescatar los restos de gigantescos animales que poblaron estas tierras hace millones de años. Su mar esconde restos de barcos de todas las clases que terminaron sus días en sus playas junto con su tripulación. Los arroyos nos cuentan historias de animales extraños y sus aguas arrastran el recuerdo de los primeros habitantes de Mar del Sur: Los indios Pampas. También está el Hotel Boulevard Atlántico que, como un centinela del tiempo, se alza imponente ante la inmensidad del terreno negándose a contarnos todo lo que ha visto. Mar del sur también nos habla de inmigrantes judíos de finales del siglo XIX y cementerios perdidos sepultados bajo las arenas de los médanos. Los lugareños hablan de submarinos nazis que visitaron sus costas a finales de la Segunda Guerra Mundial. Pero muchas cosas aún siguen en el misterio.”

 

LAUREANO CLAVERO.

(Investigador argentino. Trabaja en paleontología, historia, fotografía y cine. Extracto publicado en http://enelmardelsur.blogspot.com.ar)

 

 

Vista de Av. 100
Vista actual del Hotel
Vista aerea de Balneario Coco Loco
Vista dunas
Vista dunas
Casillas antiguas
Complejo Rocas Negras
Vista Rocas Negras
Vista Av. 100
Foto antigua del Hotel
Vista arroyo La Tigra
Playa
UN POCO DE HISTORIA

   Los comienzos de la actual Mar del Sur se remontan al año 1834, cuando la familia Otamendi adquiere doce leguas cuadradas, incluyendo el territorio que actualmente ocupa el Partido de General Alvarado. La población se asienta tímidamente porque sus habitantes naturales, los indios pampas, atacaban a la incipiente comunidad.

Hacia 1880 comienza a nacer la idea de crear un pueblo balneario que se transforme en el “gran Balneario Argentino”. Para ubicar el mejor lugar de la Costa Atlántica, se contrató a técnicos alemanes dando como resultado la actual zona de Mar del Sur, por cumplir con todos los requisitos.

   Se presume que en esta época se funda Mar del Sur, en un área de 60 hectáreas vendidas por Fernando Otamendi a Juan Bautista Otamendi, el Ingeniero Rómulo Otamendi, José María Calaza, Santiago Baravino, Julio Galona y el Dr. Rafael Herrera Vega. Este grupo de hombres son quienes inician la actividad turística del lugar con la construcción del Hotel Mar del Sud, pero este edificio fue destruido por el avance de los médanos.

   Seducido con la idea de crear el gran balneario, un año mas tarde Femando Otamendi lotea sus tierras ubicadas al sur del Arroyo La Carolina. Funda así el pueblo de Boulevard Atlántico, al lado de Mar del Sur, y que con el tiempo tomará su nombre. Allí se construye un gran hotel de estilo francés, siendo uno de los primeros catalogados “de lujo” en el país. Atrajo a gran cantidad de turistas de diferentes naciones.

   El Hotel Boulevard Atlántico, fue fundado en 1888 con un estilo europeo neoclásico y con aproximadamente 90 habitaciones) que actualmente sigue existiendo aunque deteriorado.  Compartieron la iniciativa de Carlos Mauricio SchweitzerAgustín Roca vicepresidente del banco y un grupo de personalidades como Carlos Saguier, Ricardo Lezica, Adolfo Lascano y Rómulo Ayerza.

La ciudad no se convirtió en un balneario similar al de Mar del Plata debido a que cuando se tenía proyectado hacer llegar el ferrocarril hasta esta localidad se produjo la gran crisis nacional del año 1890 durante la presidencia de Juárez Celman. En la oportunidad sobrevino la baja de todos los valores y títulos públicos y privados. En junio de ese año las acciones del Banco Constructor de la Plata -que eran de las más fuertes del mercado accionario y cuya cotización había alcanzado $235 por unidad- descendieron bruscamente llegando a $168 por acción; como consecuencia se produce la quiebra del Banco. Por esta situación se frustró la llegada del tren -que se detuvo en Miramar (Buenos Aires)- y Mar del Sur quedó en una situación geográficamente desfavorable.

   Luego de la muerte de Carlos Mauricio Schweitzer   y de la quiebra del Banco Constructor de la Plata, el loteado y trazado de calles del poblado entre el Arroyo La Carolina y el Arroyo La Tigra fue hecho por Carlos Schweitzer Ryan, uno de los hijos del fundador. Carlos María Schweitzer Reybaud, hijo mayor de Carlos Schweitzer Ryan, impulsó el crecimiento de la ciudad luego que su padre muriera.

A partir del 5 de diciembre de 1987 comenzó la pavimentación del camino de acceso desde Miramar con la extensión de la Ruta Provincial 11, esto produce que sea frecuentada por habitantes y turistas de otras localidades que buscan alejarse del bullicio.

   Desde aquellos lejanos años de finales del S XIX a la actualidad, Mar del Sur ha mantenido su espíritu cansino y apacible, siendo una tentadora alternativa a la hora de elegir su próximo destino.

UNA CURIOSIDAD LLAMADA MAR DEL SUD

Extracto de publicación en Diario La Nación. 21 de enero de 2007.

¨Quedan balnearios bonaerenses con aires pueblerinos, lejos y del teléfono celular. Como éste, un lugar al que se vuelve, aseguran, una y otra vez.

Por Teresa Bausili

 MAR DEL SUR.- Acá, en este pueblito agreste sobre el mar, se ven cosas curiosas.

   La más llamativa tal vez sea ese hotel descomunal, el Boulevard Atlántico, que sobresale por encima de las casas y resiste con porfía el paso del tiempo. También está su propietario, un personaje que alguna vez interpretó a Drácula en el cine y que hoy vive casi atrincherado en esa mole de aires surrealistas y bellamente anacrónicos. Pero hay otras: una Virgencita a la que, entre otras ofrendas, se le dejan ojotas; una casa totalmente recubierta de caracoles (su dueño, un jubilado ferroviario de origen alemán, tardó 12 años en completar la obra); un bulevar de palmeras que se adaptaron al frío, aunque quedaron medio enclenques, o una irlandesa como Jacinta Deignan comiendo strogonoff en Makarska, el restaurante croata del pueblo (y prácticamente el único en el lugar, a decir verdad).

  Así es Mar del Sur. Desconocido para buena parte de los argentinos, es capaz de aparecer en una guía turística inglesa y despertar la curiosidad de una dublinense con ganas de viajar y descansar. Porque, en definitiva, eso es Mar del Sur: un viaje al descanso.

A sólo 17 kilómetros de Miramar, esta franja de costa que nació con sueños de grandeza, con la promesa de ser el Gran Balneario Argentino, es hoy muy diferente de su vecino más famoso. Aquí no hay edificios, ni casinos, ni centros comerciales, ni discotecas, ni cines, ni semáforos, ni tantas otras cosas. Y para los habitués del lugar, esos que llegan todos los años con una fidelidad que conmueve, mejor que sea así. Mejor que el esperado ferrocarril, allá por fines del siglo XIX, no haya llegado nunca. Y que el espíritu de esta villa, que es mezcla de campo y playa, donde todos se conocen y saludan con la familiaridad de amigos, haya quedado intacto.

   Ahí nomás, entre las casas, detrás de las rocas, desparramados entre los pastizales o bordeando los campos sembrados, todavía andan a sus anchas ovejas, vacas y caballos. Que nadie sabe bien de quién son, pero ahí andan. A veces se meten en el jardín de algún vecino, y entonces sale el dueño de casa a espantarlos para que no coman las plantas. Y al decir plantas hablamos de los cardos que crecen salvajes, con las flores violetas que salpican ese paisaje de pampa indómita.

Mar del Sur podría dividirse en dos. Por un lado, lo que sería el centro, con sus primeras casas construidas de espaldas al mar, resguardadas del viento…, entre una arboleda frondosa. Allí está la calle principal, la 100, única asfaltada del pueblo. A su vera hay dos supermercados; un polirrubro; una heladería; una casa de empanadas; un restaurante; el único pub…; una verdulería; un puñadito de hoteles, además del Boulevard Atlántico, por supuesto; un local de videojuegos, otro de Internet, y eso es todo.

Después, más al Sur, en el sector Rocas Negras, están las casas más nuevas, esas que prácticamente se caen sobre el mar, que empezaron a construirlas tímidamente al principio, y con mayor ímpetu en los últimos cinco o seis años. Porque, claro, no son muchos los lugares en la costa en los que se puede tener un terreno sobre la playa...

Hay de todo, eso sí. Casitas que son un sueño, casas importantes, casas simples y modernas…, y casas que sencillamente no valen nada, piden a gritos una mano de pintura o parecen haber sido levantadas en el lugar equivocado (hay un par de construcciones alpinas, por ejemplo).

Pero la desprolijidad también es parte del encanto de este pueblo que se armó sin normas, que puede tener una casa apiñada sobre otra, o colgada de un pequeño acantilado en el medio de la nada. También un taxista puede ser vecino de un empresario, o un empresario de un actor… , o un actor de un futbolista.. .

   …la gente anda sin miedo, y aún son varios los que van a la playa y dejan la puerta sin llave, o los que jamás ponen candados en las bicicletas. Porque, hay que aclarar, bicicletas y caballos son medios de transporte tan válidos como los autos, e incluso a veces más populares. De hecho, Mar del Sur es una suerte de slow city improvisada. Sin quererlo, fue reuniendo la mayoría de los requisitos de esta filosofía, que podría resumirse en vivir la vida sin prisa. Sin prisa ni ruidos, luces de neón, ni incluso teléfonos celulares...

     Podrían decirse muchas cosas de Mar del Sur, en verdad. También de su gente. Gente que quiere tanto estas tierras de mar y viento como el más apasionado hincha de fútbol al club de sus amores. Y que vuelve, siempre vuelve.¨

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